El paso de la pandemia está dejado un carrusel de nuevos conceptos que parece que se han instalado con un significado individualizado para cada persona. Cada día evolucionan como el tiempo cambia.
La ‘nueva normalidad’, que nadie sabe cuándo dejará de ser nueva y si terminará siendo normal; el ‘dialogo social’, que invita a pensar cómo sería si fuera asocial; o las ‘no fiestas’. Esta última calificación quita el sentido de vida para el que trabaja durante todo el año mientras sueña con el chupinazo de los días grandes para su pueblo. Y, aunque la gente ha programado planes sustitutivos, el verano no es lo mismo sin fiestas de los pueblos. La realidad es que la espera hacia el 2021, sin garantías de que las fiestas vuelvan a ser lo que eran, desespera.
Los últimos días de agosto y los primeros de septiembre son fechas señaladas en rojo para el calendario en numerosos puntos de la provincia y donde había espacio para todos ahora hay vacío. Localidades como Cuéllar, Sepúlveda, Pedraza, Lastras de Cuéllar, Turégano, Carbonero el Mayor, Cantimpalos, Sauquillo de Cabezas, Torrecaballeros, Aldea Real, Santiuste de San Juan Bautista, Zarramala, Escalona del Prado, Santa María la Real de Nieva, Riaza o Cabezuela, entre otras, estarían ya inmersas en algarabía y bullicio o listas para colocarse el pañuelo al cuello, pero en esta ocasión impera el sentido común y la responsabilidad civil en aras de la precaución. Este año todos entienden las prohibiciones, los bandos y las medidas de prevención. Así lo han transmitido alcaldes de estos municipios a través de declaraciones y bandos extensivos a no caer en el error.
En Cuéllar este verano no huele a toro ni a caballo en los corrales del Cega. Este año no corren los bravos por ‘Las Parras’, algo que no sucedía desde la Guerra Civil. ‘La rueda’ de las ocho de la mañana no serpentea ni abrocha el principio con el final. No hay baile, ni dulzaina ni tamboril. Un Echegaray sin charanga; un ‘a por ellos’ sin ellos. No hay pregón, ni vino, ni colorante, ni el intenso hedor de la alquimia entre Varón Dandy y sudor de finales de agosto.
“En estos momentos es donde debemos sacar lo mejor de nosotros mismos: la solidaridad, el compromiso y, sobre todo, mucha responsabilidad y conciencia para ganar a este virus que tanto daño ha hecho en lo humano y económico”, señala el alcalde, Carlos Fraile, a través de un bando; y continúa: “Los próximos días debemos, aún más si cabe, seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias: evitar aglomeraciones de personas, guardar la distancia interpersonal de seguridad, usar la mascarilla, realizar la higiene de manos y en general reducir nuestra actividad social. Cualquier convocatoria a una reunión de personas en estos momentos es un acto de irresponsabilidad manifiesta. No solo se pone en riesgo la salud individual y colectiva, sino el trabajo y la formación académica. Poco sentido tiene que los establecimientos hosteleros estén cumpliendo las normativas y cierren a las 01:00 horas, si después se continua la ‘fiesta’ en otros espacios”.
El jueves en Sepúlveda, el reloj solapaba las dos agujas marcando las 12:00 y sonaba un silencio de forma estrepitosa. Una sensación rara. Incluso de impotencia. Los ‘Santos Toros’, esta vez, no tenían fiestas. Las peñas estaban cerradas y en el ‘recorrido’ faltaba un río de gente y la charanga ‘Cubalibre’ entonando el ‘Bakalao Salao’ en la subida al Salvador. Tampoco había DJ en ‘los corralones’, ni la Barbacana trajo el viernes las carreras delante de los novillos para la galería. Lo mejor es que ya aguardan en los corrales los encierros infantiles de ‘Las Cadenas’.
En la villa quedó “prohibido”cualquier acto tanto privado como público; siendo “perseguida” la organización, desarrollo o celebración incluso espontánea, de cualquier actividad lúdica. Asimismo, se acordó “el cierre de peñas”. Esta información vino recogida en el bando emitido por el alcalde, Ramón López; y desde la Asociación de Peñas se recomendó que “se limiten los encuentros sociales fuera del grupo de convivencia estable”.
En Turégano este septiembre no coincidirá el encierro con el vermú. “Se recomienda que no se organicen concentraciones multitudinarias de personas o las reuniones de las tradicionales peñas”, apunta el bando descrito por el regidor, Juan Montes; y añade: “Se prohíbe el montaje de casetas” y “las actuaciones de grupos de música, charangas, DJ, eventos musicales o teatrales en peñas y/o locales”.
Con un guión similar, los ayuntamientos de otras localidades de la provincia han fijado el protocolo de la Junta de Castilla y León, Acuerdo 46/2020, de 20 de agosto, por el que se aprobó el Plan de Medidas de Prevención y Control. “Se recomienda la limitación de los encuentros sociales fuera del grupo de convivencia y a un máximo de diez personas”, refleja el alcalde de Lastras de Cuéllar, Andrés García; y “se acuerda el cierre de las peñas”.
Del mismo modo, no habrá lienzo para el pintoresco encierro de Pedraza, ni vermú a lo grande en Carbonero, ni semana de ‘porrones’ en Riaza, ni ‘sifonada’ en Cabezuela. No queda otra que cumplir con las recomendaciones en estas ‘no fiestas’ en aras de garantizar la salud de los vecinos y no fallar al sentido común para que al año que viene este virus no robe otro verano. De esta manera, la gente se mira -desde sus casas- con el consuelo y el optimismo que encarna cualquier sanferminero cuando se esfuma un 14 de julio. “Ya falta menos”, se dicen: que empiece la cuenta atrás.