Hoy os presentamos otro artículo de Estrella Martín Francisco, que se ha publicado en marzo de 2014 en el periódico comarcal "El Nordeste de Segovia" y que como tantos otros, estamos recuperando para la sección de esta Web: "Personajes de Sepúlveda". En esta ocasión os presentamos a Carmina Lópz Muñoz.
Persona decidida pero sumamente discreta, trasmite sus ideas con voz suave y claridad. Llena de intereses, estudió Filología Inglesa y, al mismo tiempo, perteneció a La Compañía Española de Teatro Clásico. Consciente de la importancia de la política municipal, fue concejal cuatro años en Sepúlveda. Desde hace un tiempo está metida de lleno en la dirección de un grupo de teatro, realizando un trabajo de altísima calidad. La última obra, “La venganza de D. Mendo”, ha llenado el teatro Bretón con espectadores de distintos pueblos de nordeste que se han emocionado con el buen hacer, el pundonor y la alegría que fluían del escenario. Ella es la que recibe desde aquí el homenaje que queremos dedicar a todos ellos, que se reúnen para vivir otras historias, conociéndose mejor y vibrando con unos espectadores a los que trasmiten un mundo de ensueño.
Cuando habla de su pueblo, le duele su despoblamiento y la vida de esta zona tan abandonada pero en su niñez ha quedado clavado ese color rojo y de suave tacto de Fresno. “Cuando yo iba a la escuela éramos por lo menos 40 niños.
Mi padre trabajaba en la tejera que tenía mucha actividad con bastantes obreros y camiones entrando y saliendo; pero desapareció ya hace años. Para nosotros era un campo de juego, lo pasábamos fenomenal. Recuerdo lo divertido que era subir allí y jugar con el barro, con la arcilla roja tan típica de Fresno. Me encantaba ver cómo cortaban el ladrillo cuando estaba todavía blando, cómo lo metían al horno, observar cómo se cocía…Era un proceso muy bonito.
Cuando se estropeaba alguno, te lo dejaban y era como plastilina”. Le asoma la sonrisa recordando su infancia y a su madre maestra que ya hacía teatro en la escuela, esos centros culturales que fueron desapareciendo. Heredó el gusto por la docencia y, aunque lo suyo con el inglés no fue un flechazo, siempre le ha gustado el idioma. Poco a poco se fue fascinando con la cultura anglosajona, tanto que nos hemos reunido el sábado por la mañana porque por la tarde va a
recibir a un grupo de ingleses para un intercambio.
¿Qué opinas del modelo actual de bilingüismo?
“Como miembro de un departamento de Inglés, uno no puede dejar de apoyar todo lo que sea dinamizar o estimular su aprendizaje pero no estoy segura ni convencida de que el bilingüismo sea lo mejor. Sí se necesitaría reforzar más los departamentos de idiomas y dar más medios a todos los profesores que los enseñamos”.
¿Qué cambios has visto en educación desde que empezaste a trabajar?
“Empecé en el 85. Estuve en Madrid, Murcia, Alcalá de Henares y Segovia. Lo que he visto a lo largo de los años, es una mejora evidente en la enseñanza del Inglés, hay más interés y los resultados han mejorado muchísimo aunque hayan disminuido los apoyos”.
¿Por qué estuviste como concejal del ayuntamiento de Sepúlveda y cómo te fue?
“Me interesó y me sigue interesando la política municipal porque es fundamental para los pueblos y se ve perfectamente en los que ha funcionado. Me lo propusieron y me lo tuve que pensar muchísimo porque me parece un mundo muy difícil y complicado. Te expones mucho y hay que tener la espalda muy ancha para aceptar bien las críticas. A nivel personal fue muy buena experiencia, me permitió relacionarme, conocer más gente y ciertos aspectos que no controlaba de la política municipal; pero muy decepcionante porque la lucha política no debería ser así y es bastante dura. Me di cuenta de que me gustaba menos de lo que yo creía y que tal vez servía menos de lo que yo pensaba. Me molesta mucho la mala fama de la política y lo entiendo por todo lo que está pasando pero la política debería ser el arte de entenderse y es absolutamente necesaria”.
Ella ha conseguido ese entendimiento llenando de vida e ilusión a un grupo de personas muy heterogéneas (entre 18 y más de 60 años), que dirige sobre un escenario, y a todo un pueblo que va a verlo para que no falte la cabalgata de reyes en Sepúlveda. Ese ha sido el objetivo de este grupo de personas llenas de interés que, cuando las cosas no salen, se paran y, a base de diálogo y de amor propio, consiguen remontar.
¿De dónde te vienen tantas tablas para el teatro?
“Desde que entré en la universidad me interesó mucho y me metí en un grupo de teatro. Representamos en Mérida “La asamblea a de las mujeres” .Tuve la suerte que, a partir de esa experiencia, estuve metida en la compañía Española de Teatro Clásico 5 años. Hubo un momento que no sabía si dedicarme profesionalmente a ello o a lo mío. Era lo que se llamaba actriz meritoria y trabajaba sobre todo en las giras veraniegas que eran tremendas y los festivales de teatro: Sagunto, Mérida, los veranos de la villa de Madrid…Me gusta muchísimo el teatro pero sobre todo observaba fascinada la tarea del director: cómo movía a compañías muy grandes, cómo manejaba los coros en escenarios de 60 metros o dirigía a los actores”.
¿Cómo se consigue cohesionar a un grupo tan diferente y ajeno al teatro y que se muevan con esa soltura por el escenario?
“Eso ha sido lo más difícil y lo más bonito de este grupo. Se consigue por las ganas y la actitud fantástica que tienen ante el teatro. Son muy positivos a la hora de trabajar, nunca se dan por vencidos y funcionan muy bien como grupo porque se ayudan mucho. Me alucinan porque hay gente capaz de ir de un papel largo a uno pequeño con mucha dignidad, dando personalidad al personaje con cuatro frases; son muy exigentes por eso mi papel es más fácil. Hay gente muy buena y van mejorando de forma tremenda pero todos son conscientes de que pertenecen a un grupo. Mi misión es hacer que se sientan seguros al pisar el escenario para desarrollar todas sus capacidades y me sorprenden.
Dan ideas muy buenas y mi tarea es saber pillarlas y desechar las que no funcionan. Tienen mucha confianza en mí. Eso me admira y se lo agradezco muchísimo.
¿Qué sacrificios hay que hacer para que se represente con éxito una obra como La Venganza de D. Mendo?
“En mi caso viajar mucho, venir todos los días desde Segovia. En el caso de ellos, sacrificar horas de estar con la familia, mucho trabajo personal o no descansar porque ensayamos durante tres meses tres horas diarias hasta las once y media de la noche. Pero el teatro es muy liberador, de verdad. Llegas allí, vives otra historia y te olvidas un poco de todo. Trasforma y es lo bonito porque nos hace vernos de una manera distinta. Las juergas que nos corremos también
vienen muy bien porque el grupo tiene una marcha y una alegría por dentro... Hay muy buen ambiente y en Sepúlveda siempre ha habido mucha afición y disposición para el teatro”.
¿Cómo se consigue hacer llegar al público vuestras emociones?
“El interés común es que salga bien y trasmitir la alegría, la fiesta, el crear algo diferente que permita a la gente meterse en escena completamente, reírse y pasar un buen rato. Incluso es muy importante la forma de saludar, hay que estar orgullosos del trabajo hecho, si se ha hecho bien, y saludar con alegría y vitalidad. Convertir todo en un espectáculo desde que la gente entra hasta que se termina la obra”.
Carmina se decanta por el drama pero sabe que ellos prefieren comedia. Tiene que tener ritmo vivo, acción trepidante y muchos personajes. Labor casi imposible porque no se escriben obras de este tipo. Hay que recurrir a los clásicos y no quieren que sean siempre los mismos. Ella tenía ahí “La venganza de D. Mendo”, a pesar de resultar muy complicada y en verso. El grupo no se atrevía pero les ha gustado cambiar de registro y nunca se han dado por vencidos. El decorado lo han resuelto simplificando, dando un aire distinto con soluciones imaginativas, a veces con luz o una escalera para dar la sensación de hondonada.
¿Vuestro mejor aplauso es el del público o la satisfacción final de que las cosas han salido?
“Las dos, el del público es maravilloso pero la otra también, especialmente cuando falla algo y se vienen arriba y bordan el final. Es de agradecer el espíritu con que lo hacen”.
Son necesarias las 25 personas entusiastas: 19 actores, maquilladores y peluqueros, los de luz y sonido…y la dirección, fundamental como elemento de cohesión y coordinación. Es ella la que ve o no ve la escena desde fuera y hay que repetir y repetir. No importa, se siente muy contenta con todo este equipo lleno de amor propio que consigue dar vida y emocionar a través de la imaginación y de una forma muy rica de relacionarse.
Artículo escrito por Estrella Martín Francisco para El Nordeste de Segovia, Marzo de 2014