El linarenese Adrián de Torres no se acopló con su primero y no anduvo fino con los aceros frente a un novillo justo de fuerza que acabó la lidia en tablas. Tampoco se entendió con el cuarto, un novillo mentiroso en el caballo y llegó a la muleta con una embestida cansina y sin transmisión. En esta ocasion anduvo más eficaz con la espada.
El segoviano Víctor Barrio vio cómo el primero regresaba a los corrales por inválido y tuvo que entendérselas con un sobrero bueno en el último tercio. Hubo series de calidad, sobre todo con la zurda. Luego perdió los trofeos con la espada y fue ovacionado. Se desmonteraron Raúl Mateos y Alberto Zayas. El quinto tenía muy poca calidad y salía siempre defendiéndose. Barrio puso todo su interés en entonar la faena de muleta pero no encontró colaboración en el astado. A la hora de matar dejó mucho que desear. Se desmonteró Zayas de nuevo, ahora con Miguel Martín.
Alcalde, también pechó con un sobrero que también sirvió. El madrileño lo entendió a la perfección y consiguió series magníficas de perfecta ejecución y acople. Sufrió un achuchón sin conseciencias matándolo por arriba al primer intento. El sexto, del hierro titular, no propició el lucimiento. alcalde acertó sacándoselo a los medios porque el novillo marcó querencia, pero su interés y buen hacer se estrellaron con la falta de raza del animal. Lo mató con eficacia y fue ovacionado.
Plaza de La Misericordia. Un cuarto de plaza. Cuatro novillos de Río Grande y dos de Lucero Gallardo lidiados como sobrero en segundo y tercer lugar, desiguales de presencia y de escaso lucimiento, más manejables los remiendos. Adrián de Torres, silencio tras aviso en ambos; Victor Barrio, ovación y aplausos; Mario Alcalde, oreja y ovación.
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